Resiliencia. Estímulo. Regeneración económica. Innovación. Desafíos sociales. ¿Cuántas de estas expresiones has oído en estos tiempos extraños que vivimos, la conocida ya como era post-COVID?
Lo que está claro es que necesitamos una nueva forma de hacer economía para un mundo nuevo. Tan nuevo, que esperamos que no vuelva a caer en los errores del viejo. Ahora, más que nunca, valoramos la importancia de construir una sociedad inclusiva, solidaria, sostenible, que tenga en mente el bienestar de las personas y en el centro la lucha contra la crisis climática. Por eso no podemos consumir igual que antes.
Hacia un mundo más resiliente gracias a la economía verde
Los gobiernos, las empresas, las personas trabajadoras y también las consumidoras tenemos que llevar a cabo una acción coordinada para afrontar la crisis y salir más fuertes. Solo así lograremos superar esta situación y aprender a encajar mejor las que vengan, incluido el cambio climático. Porque esa crisis, la medioambiental, nos toca a todos y a todas.
Si algo positivo ha traído la pandemia es la ocasión para detenerlo todo y pararnos a pensar. Es ahora o nunca: tenemos la oportunidad de resetear la economía y de darle el giro verde que tanto necesita. Con las miras puestas en los ODS, debemos trabajar desde ya por un nuevo modelo económico justo y sostenible de verdad.
Sin duda, proteger a la población vulnerable de los efectos en la salud del COVID-19 es prioritario, así como reducir el contagio y ofrecer a los profesionales sanitarios el apoyo que merecen. Pero también tenemos que pensar en el largo plazo. Proyectos como Bemariposa suponen un empujón a esa nueva forma de hacer y de pensar que ya lleva tiempo fraguándose. Porque los grandes cambios se consiguen con muchas pequeñas diferencias.